Recuerdo que cuando era
adolescente, mi mejor amiga y yo teníamos la idea de publicar un libro llamado
“La gorda y yo”. Nuestro punto de partida era la idea de que convivían adentro
nuestro dos personas: quienes éramos en realidad y La Gorda, esa que nos hacía
seguir comiendo cuando queríamos parar y prefería quedarse sentada mirando una
novela que salir a correr a la plaza. Nuestra vida era una pelea constante por
el control, donde a veces nosotras ganábamos la batalla pero generalmente La
Gorda nos llevaba ventaja.
A lo largo de los años encontré
muchas otras mujeres que también compartían esta idea de tener una mujer flaca
atrapada dentro del cuerpo de La Gorda. Una conocida solía decir que tenía
“gustos de flaca en cuerpo de gorda”. Y es que nuestra sociedad nos condiciona
a pensar que todos tenemos un cuerpo delgado de base, y a partir de ahí nos
vamos “deformando” (piensen en el término sobrepeso: indica que nuestro peso
está sobre el establecido arbitrariamente para nuestra altura). Pero la verdad
es que no todos tenemos un cuerpo delgado de base. Muchas veces nuestra
genética indica que nuestro cuerpo es gordo, más allá del estilo de vida que
elijamos llevar. Este es mi caso: yo soy gorda desde que nací y toda mi vida
fui gorda, igual que mi mamá y mi abuela antes de ella.
Por supuesto que esta realidad no
es algo que en general aceptemos tan fácilmente. Yo pasé 28 años en guerra con
mi cuerpo, con La Gorda, a veces con más éxito que otras. Cuando tenía 18 años,
llegué a mi peso ideal. Me veía en el espejo y no podía creer que ese era mi
cuerpo. ¿Y saben qué le dije a mi amiga? Que me sentía como una gorda atrapada
en el cuerpo de una flaca. Irónico, ¿no?
La cuestión es que, por más que queramos
reconocerlo o no, no tenemos dos personas dentro nuestro, sólo estamos
nosotras. Nuestras elecciones, nuestros gustos, no son “de gorda” o “de flaca”,
son nuestros. Y recién cuando hacemos las paces con este hecho y ondeamos
nuestra bandera blanca es que comenzamos a lograr algún tipo de paz interior.
Mi cuerpo no es un campo de guerra entre La Gorda y La flaca, es solamente
hogar de una persona: yo. Y eso es más que suficiente.
Cuéntenme, ¿alguna vez se sintieron como si dos personas convivieran
dentro suyo? ¿Cómo lo manejaron?
Besos,
-Gi-
Besos,
-Gi-
¡Qué lindo post, Gi! :)
ResponderBorrar¡Qué interesante el concepto reversible de la gorda y la flaca que en realidad son una! Más de una vez dije que soy una anoréxica al revés. Ellas tienen un exterior flaco y en su cabeza una imagen corporal de más peso, yo en mi cabeza no tengo un día más de 26 ni un kilo más de ... no sé ... poquitos, aunque mi dni y la balanza digan otra cosa.. ;)
ResponderBorrarGracias!
ResponderBorrarJajaja... suele pasar Pau, lo de vernos de una forma y sentirnos de otra. Creo que encontrar la armonía con nosotras mismas es una de las cosas más difíciles que nos toca hacer, y a veces nos lleva toda la vida!!
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