Esta
mañana fui con Novio a una ferretería nueva para comprar algo de pintura.
Siendo una ferretería grande, también vendían artículos de ocio, como una
heladera portátil que me llamó la atención. Le comenté a Novio que sería
estupenda para cuando mi mamá se va de camping en el verano, y consulté por
ella a un vendedor. Este hombre procedió a explicarle su funcionalidad a Novio (a mí ni me dirigió una mirada),
bromeó por 5 minutos sobre el hecho de que cabe justo en el asiento de
acompañante del auto, para cuando se canse de estar en casa (guiño guiño) y
cuando finalmente se dignó a reconocer que yo estaba parada justo a su lado, me
miró con una sonrisa y dijo “Sin intención de ofender, ¿eh?”
Ahora, ¿cuál
se supone que fue la parte “no ofensiva”? ¿Cuando me ignoró por completo por
asumir que me faltan unos centímetros de carne entre las piernas para poder entender
la increíble complejidad de una heladera portátil??? Nahhh, ¿por qué habría de
considerar eso ofensivo?
Todo el
mundo sabe que hay lugares “de machos”, habitados y visitados casi
exclusivamente por esa especie: ferreterías, corralones de materiales de
construcción, talleres mecánicos o cualquier otro lugar que trabaje con autos, casas
de artículos de pesca, etc. Siendo mujeres independientes y con medianas habilidades
prácticas, tanto Mamá como yo hemos visitado esos lugares regularmente, y el
tipo de respuesta que se obtiene en la gran mayoría de los casos van desde la condescendencia
absurda (como consultar por unos anzuelos y que te respondan que son para
pescar) hasta la impaciencia total (porque claro, ¿cómo nuestros pobres
cerebros femeninos van a lograr comprender cosas tan complicadas como un
enchufe?), pasando por la completa ignorancia de nuestra presencia. La
sensación siempre es de que no pertenecemos allí, que no tenemos derecho a
estar en esos bastiones masculinos.
¿Por qué
todavía necesitamos al feminismo? Por esto. Porque el hecho de no tener un
cromosoma Y no me hace invisible cuando entro a alguno de estos ambientes, ni
me hace tonta para no poder entender las cosas que se manejan allí. Porque el
estereotipo de la mujer que no puede abrir el capó del auto sin que un hombre
le diga cómo hacerlo es anticuado, limitante y, sobretodo, cansador. Llega un
punto en que nosotras mismas tenemos que plantarnos frente a estos especímenes
y exigir respeto por el simple hecho de ser seres humanos, nada más complicado
que eso. Es acá, en el día a día, de donde parten los verdaderos cambios y
somos nosotras, todas nosotras, las que tenemos que demandarlos.
Cuéntenme, ¿alguna vez se sintieron de esta forma al traspasar la "barrera masculina"? ¿Cómo respondieron?
Besos,
-Gi-
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