Últimamente me estoy cruzando con varias publicaciones que hablan de la cultura selfie (la moda de sacarse fotos a uno mismo y subirlas a las redes sociales) como si fuera el colmo del narcisismo. Escuché a varias personas hacer declaraciones del tipo “si alguna vez me ven sacándome una selfie, ¡mátenme!”. Pero, ¿la cultura selfie es realmente algo tan malo en todos los aspectos? Para los grupos sociales sin representación en los medios masivos, también puede ser una forma de conseguir la visibilidad que de otra forma se nos niega.
Es cierto que muchas veces las
selfies pueden ser algo narcisista. Hace un tiempo escribí acerca de usar este tipo de medio para levantar nuestra autoestima en momentos difíciles,
utilizándolo como una forma de lograr imágenes de nosotras mismas que nos agraden
y nos hagan sentir mejor. No veo nada malo en ser un poco vano, si nos ayuda a
contrarrestar los mensajes negativos sobre nuestro cuerpo que recibimos a
diario.
Pero con una mirada más social,
las selfies constituyen un medio de conseguir una representación en medios
masivos a los que no teníamos alcance anteriormente. Pensemos en los medios actuales.
¿Cuándo vemos a una persona gorda, sea hombre o mujer, en ellos? En muy
contadas ocasiones, eso es seguro. Y siempre como el personaje vago, tonto,
ridículo o patético. O como el antes
inaceptable de un después celebrado. En
este escenario, las selfies pasan a ser una forma de controlar cómo queremos
ser vistos, desde nuestro propio punto de vista, sin que nuestra imagen pase
por el filtro social de lo “aceptable”.
Los feed de mis cuentas de
Instagram, Twitter, Facebook y Pinterest están llenas de fotos de personas
gordas. Algunas son bloggers de fatshion, otras son mujeres comunes y corrientes
que disfrutan sacándose selfies y compartiéndolas con el mundo. Y ¿por qué
quiero ver las fotos de estas mujeres en mis feed todos los días? Porque estos
son los medios que yo puedo
controlar.
Mientras que la televisión y las
revistas se empeñan en hacernos creer que hay sólo un tipo de cuerpo que vale
la pena ver, las redes sociales nos permiten la libertad de mostrarnos y
vernos. Cuerpos gordos (o con capacidades diferentes, trans* u otras corporalidades
diferentes) encontraron en las selfies un modo de expresión inclusivo, que nos
permite visualizar a otros que lucen como nosotros y reconocernos como parte
del mundo que masivamente nos rechaza.
Desde sus comienzos, las redes
sociales nos permitieron encontrar nuestras “tribus”, y ahora las selfies nos
permiten vernos mutuamente con normalidad dentro de una anormalidad impuesta
por el mundo. En la lucha continua por inclusión y reconocimiento, todos los
recursos son válidos (incluso aquellos que incluyen un smartphone con cámara).
Cuéntenme, ¿cuál es su posición
en esta discusión sobre las selfies?
-Gi-
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