Hace poco una amiga me pidió que
escribiera acerca de las presiones familiares que recibimos en el día a día,
especialmente las presiones que nos imponen para perder peso, y me pareció que
era algo interesante sobre lo cual escribir, ya que todos recibimos presiones
de una forma u otra.
Aunque sé que no es cierto en
todos los casos, me gustaría pensar que la presión que ejercen nuestros
familiares, amigos y conocidos es bienintencionada, y que sólo buscan lo mejor
para nosotros. Cuando se trata de alguien que nos quiere, es lógico e incluso
esperable que quieran impulsarnos a lo que ellos consideran que es una mejor
condición de vida. La cuestión pasa a mayores cuando la insistencia para
accionar de tal o cual forma se vuelve tan insistente que se convierte en una
carga que debemos soportar cada vez que interactuamos con esa persona. Creo que
algo muy importante de tener en cuenta entonces es que ellos están actuando de
acuerdo a un grupo de creencias arraigadas dentro de sí mismos y que también
guían y aplican presión sobre sus propias vidas.
Digamos que tu mamá cree que
tendrías que comer menos para mejorar tu salud. O que tu novio piensa que
serías más linda si bajaras algunos kilos. O que tu mejor amiga está convencida
que podrías conseguir el trabajo de tus sueños si fueses más flaca y de esa
forma dieras una mejor impresión a tus futuros empleadores. Ahora fijate cómo
estas personas manejan esos mismos temas en su propia vida. ¿Tu mamá se queja
de que le va a subir el colesterol cada vez que come algo “malo”? ¿Tu novio
reniega de su panza? ¿Tu amiga está muy pendiente de su imagen y de cómo la
perciben los demás? Toda presión que alguien ejerza sobre nosotros, les aseguro
que antes la ejerció sobre sí mismo con tanta o más fuerza que con nosotros. La
gente que cree saber mejor que nosotros cómo funciona nuestro cuerpo y los
tiempos que tenemos generalmente busca validar que sus ideas del mundo son
correctas, y que hacen bien entonces en mantener su atención fija en ese algo
particular con lo que nos persiguen. Y por supuesto, cuanto más caso omiso
hagamos a sus “consejos” más validados se sentirán al ver que no cumplimos con
los objetivos que ellos impusieron para nosotros.
Y si bien darnos cuenta de esto
no nos facilita el trato cotidiano, sí nos da herramientas para poder
plantarnos contra esa presión y conseguir que no nos afecte tanto. Piénsenlo de
esta forma: si venimos hablando de que determinado tema (digamos “perder peso
es positivo”) es algo que está enraizado en las creencias de estas personas y que
es algo con lo que ellos tienen una fijación, ¿en dónde quedamos nosotros?
Quedamos fuera de la ecuación. Sólo nos convertimos en un blanco conveniente
sobre el que dirigir sus propias inseguridades. Al tratar con estas personas
deberíamos tener la suficiente empatía como para entender que es un tema que
les preocupa sobremanera y que a su modo están tratando de ayudarnos, pero
también la distancia necesaria como para darnos cuenta que sus creencias no
tienen porqué ser las nuestras también.
Desde mi punto de vista, lo que
yace debajo de los problemas para lidiar con las presiones de los seres
queridos es la libertad personal de cada uno. A mi entender la libertad
personal es el mayor don que se nos otorgó, y también la mayor responsabilidad,
porque implica hacernos cargo de nuestras elecciones y formas de proceder. Nuestros
familiares y amigos tienen sus propias creencias y se comportan de acuerdo a
ellas, y nosotros debemos hacernos cargo de decidir qué queremos creer y cómo
queremos comportarnos, más allá de lo que nos digan. Llega un punto en nuestras
vidas en que debemos decidir cómo queremos vivirlas e ignorar lo que no vaya de
acuerdo con nuestro camino. Finalmente podemos hablar con nuestros seres
queridos, explicarles nuestro punto de vista e incluso acordar en no estar de
acuerdo si es el caso, todo mientras se mantenga el respeto mutuo. Dado que
estamos hablando de gente a la que apreciamos, la situación ideal sería contar
con su apoyo, o al menos su aprobación. Y no digo que sea fácil, probablemente
conlleve muchas charlas e incluso alguna discusión, pero vale la pena no
dejarnos aplastar bajo la presión de alguien más.
Y si todo eso falla, siempre podemos seguir el
consejo de Robert Downey Jr: “Escuchá, sonreí, asentí. Y después hacé lo que
sea que fueras a hacer de cualquier forma.”
Cuéntenme, ¿cómo hacen ustedes
para lidiar con las presiones de otros?
-Gi-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario