A veces pareciera que nuestro día
a día está plagado de cosas que dejamos para más adelante. Nos decimos que
vamos salir a dar una vuelta cuando terminemos de escribir esto para la
facultad, o que vamos a empezar yoga en cuanto finalicemos con esa entrega urgente
del trabajo. Muchas veces pareciera que tenemos tantas cosas que hacer en
nuestro día que la lista de obligaciones se extiende sin fin. Las tareas
urgentes se van acumulando y corremos todo el tiempo hasta que llega la noche
sin que nos demos cuenta. Las responsabilidades van cayendo sobre nosotras a
medida que pasan los años y nunca parecen disminuir. Porque ¿cuando terminamos
ese escrito para la facultad? Recordamos que había que leer un texto para otra
materia. ¿Y cuando hacemos esa entrega en el trabajo? Estamos tan agotadas
mentalmente que lo único que queremos hacer es dormir hasta que suene el
despertador y tener que levantarnos a hacer todo de nuevo.
Parecería ser un círculo infinito
en el cual se hilan una tarea atrás de la otra. Nuestras prioridades van
cambiando con los años y con las distintas situaciones que nos tocan vivir. Y
sin embargo, hay una “tarea” que siempre parece relegarse en favor de otras:
nosotras mismas. Recuerdo haber leído en un texto de la facultad que las
mujeres suelen presentar más patologías graves o cuadros más agravados de
patologías simples cuando llegan a la guardia de los hospitales, al
comparárselo con hombres y niños. Y el texto explicaba que esto se debía
generalmente a que las mujeres postergaban ir al médico el mayor tiempo posible
porque sentían que tenían cosas más importantes que hacer (léase, cuidar de la
familia, del trabajo, etc). Y hace poco salió en la televisión el anuncio de un
remedio para la gripe (o algo similar) que prometía restaurar la salud en 24 hs
“porque mamá no se puede tomar ni un día libre”.
¿Desde cuándo cuidar de nosotras
mismas es un mal uso de nuestro tiempo? ¿Cuándo hicimos la conexión entre estar
un día en cama enfermas y “tomarnos un día libre”? ¿A qué edad decidimos que las responsabilidades
que tenemos hacia los otros son más importantes que nuestra propia persona? Me
doy cuenta que a veces tenemos que priorizar otras cosas, pero también sé que
muchas veces esta forma de vida se convierte en una costumbre sin necesidad de
que lo sea. Tenemos que comenzar a concientizarnos del hecho de que si no
cuidamos de nosotras mismas, llega un punto en que no tenemos nada que dar a
los demás. Si nosotras no nos damos la importancia que tenemos y cubrimos
nuestras propias necesidades (aunque esas necesidades sean cinco minutos de
calma y silencio), nadie lo va a hacer por nosotras. Nuestro cuerpo, nuestra
mente y nuestro espíritu son también nuestra responsabilidad, y una que tenemos
que marcar con una etiqueta roja de ALTA PRIORIDAD.
Cuéntenme, ¿se reconocieron en alguna de estas situaciones? ¿Qué
podrían empezar a hacer para cuidarse?
Besos,
-Gi-
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