26.8.13

-El movimiento como forma de autocuidado-



Hace un año tuve una epifanía a la que me llevó 28 años llegar: yo podía ser hermosa. Sí, yo. De verdad. Claro que, en mi pensamiento Pre-Aceptación Corporal, para ser hermosa primero tenía que alisarme el pelo, aprender a maquillarme, vestirme con mejor ropa y obviamente, adelgazar unos 25 kg. Pero con fuerza de voluntad y una no tan pequeña inversión, podía llegar a ser hermosa. Así que me alisé el pelo (una pesadilla en sí misma de la que ya les contaré en algún momento), hice un curso de auto-maquillaje con la genial Romy Baldi, me compré algo de ropa y me inscribí en un programa de un año en Megatlón.

¿Alguna vez fueron al gimnasio? Yo estuve yendo de tiempo en tiempo desde que era una nena. Me acuerdo de haber ido a unas clases de danza jazz cuando tenía 6 ó 7 años, y después fueron clubes del barrio, gimnasios chicos, clases de aerobics, máquinas, personal trainer, de todo un poco. Lo que nunca nadie pudo lograr fue que me gustara hacer gimnasia. Ir a hacer ejercicio para mí siempre fue algo penoso que tenía que soportar para lograr la inalcanzable meta del cuerpo perfecto. No sólo por la actividad física en sí misma, sino por tener que soportar las miradas de reojo y muecas de otros socios, de profesores, incluso de recepcionistas, todos indicándome que estaba en un lugar al que no pertenecía. Desde que me anoté en Megatlón estuve yendo regularmente por varios meses y nunca dejé de sentirme fuera de lugar. Para ser honesta, creo que iba más para usar las duchas y el vestuario tan calefaccionado en invierno que por el ejercicio mismo, jaja. Pero en todo ese tiempo, nunca dejó de ser una presión, un recordatorio constante de mi “falta de voluntad”.

Cuando empecé a leer sobre Salud en Cualquier Tamaño, me crucé con la idea de hacer actividad que fuera adecuada para cada uno, no sólo en el sentido de límites físicos sino que fuera algo que te diera alegría hacer y eso mismo fuera lo que te motivara a hacerlo. Al principio me sonó un poco lejano a mi concepto de “ejercicio saludable” (saludable siendo equivalente a adelgazante, por supuesto), pero a medida que lo fui pensando, más me convencí que la idea tenía sus méritos. ¿Qué actividad haría yo si no la enfocara a través del lente de la pérdida de peso?

Hace años me recomendaron hacer yoga, y desde entonces la idea quedó latente en mi cabeza. Conocí a muchas personas que lo practican y siempre tuve la impresión de que mejoró su calidad de vida.  Y como suele pasar en estos casos, los planetas se alinearon y justo cuando decidí anotarme en algún estudio de yoga, me enteré de un nuevo curso online que armaron Anna Guest-Jelley y Vivienne McMaster (a quien ya mencioné en este artículo) llamado Practice:Embodying your curvy + beloved body. Es un curso de cuatro semanas que combina yoga y autorretratos. Me pareció una manera perfecta de tener una introducción en lo que se refiere a yoga y al mismo tiempo hacer algo que disfruto, como los autorretratos. El curso online empieza mañana, asi que estoy a la espera del primer mail para ver de qué se trata. Más adelante les comentaré cómo va resultando.

Cuéntenme, ¿qué actividad hacen o harían ustedes por diversión? ¿Alguna practica yoga y tiene un consejo para una principiante?


-Gi-

Imagen: fuente

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